martes, 24 de noviembre de 2009

Autojustificación

Tres claves de los últimos días:

Hace unos días, pudimos enterarnos de como los directivos de France Telecom eran incentivados por el número de bajas voluntarias que conseguían en sus unidades. Las consecuencias de esta práctica, ya la conocemos todos: 23 suicidios.

Carlo Cipolla definió un modelo sobre la estupidez humana, distinguiendo entre el malvado y el estúpido, el incauto y el inteligente. Los dos primeros se caracterizan por causar daño en los demás, pero el estúpido no solo no obtiene ningún provecho a cambio, sino que su propia conducta puede reportarle algún perjuicio. Tras los dramáticos efectos de esta política retributiva, ninguno de estos directivos podrá argumentar que le compensa económicamente; ni podrán recurrir al incentivo como justificación externa de su comportamiento. Por tanto, se habrán convertido en auténticos modelos de la estupidez humana. Desafortunadamente, cada vez estoy más convencido de que la persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe (Quinta Ley Fundamental).

La semana pasada, se exhibió un reportaje televisivo donde un empresario, previa noche de sexo con la aspirante, ofrecía un puesto de auxiliar administrativo. El poder sobre los necesitados. Seguro que esta ocurrencia no es exclusiva de un desalmado; y la difusión de la misma encendió la bombilla en alguno más. Por desgracia, después de este tipo de emisiones, no veo a los responsables de Antena 3 Noticias, acompañados de sus reporteros, acudiendo a un juzgado para denunciar semejante abuso de poder.

Las personas, incluidas este empresario, necesitamos convencernos de que somos seres decentes, justos y razonables. Observándole y escuchándole durante la “entrevista de trabajo”, creedme que no había persona más convencida de lo anterior que este empleador. Uno es capaz de encontrar elementos de justificación en los sitios más recónditos de su fuero interno: “debes sentirte halagada, pues tengo mil curriculums sobre mi mesa”, “en el fondo estoy haciéndote un favor y dándote una oportunidad”, “tomo decisiones y tengo claro mis objetivos”… En definitiva, todo un arsenal de razonamientos para superar la disonancia cognitiva. Y paradójicamente, esta racionalidad es la que nos distingue como humanos. Citando a Miguel de Unamuno: “Qué país, qué paisaje, qué paisanaje”.

Bien, en casa ya tenemos la gripe A, con menos virulencia de lo que se preveía, pero igual de molesta e inoportuna. Lo peor de todo, lo alarmista que puede ser una recepcionista, poco menos que lanzándote una mascarilla y avisando al médico, que por cierto no estaba en su puesto de trabajo, para que acuda de inmediato. Para más colmo, el susodicho mientras mantenía una distancia física extremadamente preventiva, pedía calma por un lado y segunda opinión por otro. Sólo deseo que su propagación no sea tan mordaz como se prevé, pues no creo que nuestros hospitales y centros de salud estén preparados ni estructural, ni actitudinalmente.

Ciao!

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Aprendiz

De un tiempo a esta parte, he dejado de ver televisión. En casa, un par de tiranos acaparan el dichoso mando y no ha lugar más que a programas como Bob Esponja, Lazy Town o Spiderman Espectacular. Muchos sabréis a lo que me refiero y seréis igualmente damnificados y beneficiados a la vez, por ese gran canal temático que es Clan TVE. Después de llevarlos a la cama y haberles leído durante unos minutos sobre brujas y dragones, ya no tengo ánimos de lidiar con quien, aprovechándose de mi ausencia temporal, ha decidido qué toca ver esta noche. A pesar de todo, creo sinceramente que nunca podré agradecer del todo semejante doble acto de tiranía y de liberación.

Como en toda guerra, hay momentos de tregua y de actos de generosidad. Con el argumento de que me dedico a la selección de personal, se me concede el deseo de ver “El Aprendiz”, programa que se emite actualmente los domingos por la noche en La Sexta; cadena que por méritos propios, no alcanza niveles exitosos de audiencia. De hecho este mismo programa, empezó a transmitirse los lunes, por lo que no es de extrañar que cualquier día de estos desaparezca de su programación.

Para aquellos que no lo hayáis visto, se trata de una especie de concurso y reallity, donde 8 chicas y 8 chicos aspiran a trabajar codo con codo con Luis Bassat, el publicista. Semanalmente, uno es eliminado o despedido; hasta que “el mejor” acabe convirtiéndose en “el aprendiz”; eso sí con un “salario de seis cifras”. Suena bien, ¿verdad?

Me recrea porque no cae en lo chabacano ni en el morbo televisivo. Me entretiene porque pone en evidencia que culturalmente no estamos preparados para el trabajo en equipo. Me divierte ver que personas con buena preparación académica se den de bruces con la realidad empresarial. Me apena contemplar la falta de humildad y la incapacidad de reconocer sus carencias, de algunos. Me alecciona el estilo de dirección de Luis Bassat. En definitiva, que me gusta y lo veo.

Por cierto, desde el primer día, yo ya tenía mi candidata. Y de momento, vamos bien.


jueves, 24 de septiembre de 2009

Violencia y televisión

"Yo me siento arrepentido. No quería quitar la vida a nadie ni hacer daño a nadie, pero me entró mucho miedo y no supe reaccionar"

¡
Visto para sentencia!

Creo que el seguimiento mediático del juicio sobre el asesinato de Carlos Palomino a manos de un “militar fascista” según unos o un “joven acorralado y linchado” según otros, bien merece unas reflexiones:


De entrada, las etiquetas son para las cosas y no para las personas; pero puestos a catalogar ¿por qué nadie se refiere a Josué Estébanez como asesino o criminal?; ¿acaso la muerte de la víctima tiene más relevancia si este es “antifascista”?; ¿tan simple es la vida de una persona para reducirla a tal genérico?; ¿matar es más denigrante si lo hace un “militar”? Ya sabéis lenguaje, pensamiento y causalidad.


Sólo tres fatídicas palabras (“¿y esa sudadera?”) fueron suficientes para detonar una conducta tan violenta y de fatal desenlace. Resulta duro concebir que la línea que separa la vida de la muerte sea tan fina; pero lo cierto es que somos la especie más cruel y despiadada sobre la faz de la tierra.


En este sentido, no acabo de entender el acto de irresponsabilidad de exhibir las imágenes del apuñalamiento un día sí y otro también. ¿Deberíamos encerrar a nuestros hijos en su habitación mientras vemos las noticias? Ver violencia en televisión provoca conductas violentas en aquellas personas predispuestas y con intenciones reales de causar daño a los demás, e insensibilización entre el resto. Que espero seamos más. Los primeros pueden plantearse lo siguiente: ¿Tan fácil es propinar una puñalada directa al corazón? ¡Pues sí que tiene repercusión mediática! Para acto seguido, y tratando de liberar la disonancia cognitiva generada, convencerse de que la víctima lo merece realmente.


Hay una tesis que dice que las condenas protegen a la sociedad de los culpables; pero algo estamos haciendo mal cuando son los familiares del asesinado los que tienen que protegerse, ocultando su rostro y rodeándose de guardaespaldas cuando hacen declaraciones públicas. Para colmo, han de defenderse igualmente de los ataques, de momento telemáticos, de aquellos que piensan igual que el asesino. Desgraciadamente, no están seguros

"Él o yo"

Os adjunto aquí un video reciente, que muestra nítidamente el impacto de una bala sobre objetos cotidianos. Tiene sorpresa final.

Un saludo.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

La diferenciación

Bien, pues aquí estoy plenamente reincorporado tras una semana de descanso en Menorca. Y hablo conscientemente de descanso, pues a pesar de seguir durmiendo poco (me levantaba temprano para leer a Javier Cercas), y no tener muchos momentos de verdadero relax (tengo 2 hombritos: uno de 7 y otro de 4); estos días han supuesto sobre todo romper con el trajín de los últimos meses y ocuparme en otras actividades tales como aprender a jugar al “uno”, pelotear descalzo, dosificar las horas de playa, … Sin duda, la expresión que más me ha reconfortado ha sido “yo con papi”.

Nos ha encantado la isla. Su orografía, sus aguas cristalinas de anuncio, sus quesos, la ginebra Xoringuer,…; pero sobre todo la amabilidad y la educación de sus gentes. Nosotros nos hemos topado con personas encantadoras, respetuosas y comprensivas. Volveremos en un futuro; y espero que lo único que cambie sea un hotel justo en la playa de San Bou. Atropello ambiental y estético.

La vuelta al trabajo ha sido entretenida. Ultimando y calendarizando proyectos ya cerrados; y contratando alguno nuevo. Genial.

Uno de los temas candentes de esta semana ha sido la cada vez mayor toma de conciencia de que los títulos universitarios en España no son elemento diferenciador. Según el informe Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2009, publicado este pasado martes, las diferencias salariales entre quienes poseen una educación superior y el resto de trabajadores son mucho más reducidas en nuestro país, pese a que el porcentaje de titulados es similar al de los demás países desarrollados.

Concretamente, en los países de la OCDE, la media salarial de un titulado en educación Terciaria (universitaria y ciclos formativos de grado superior) es un 51% superior al de un graduado en la segunda etapa de Secundaria, mientras que la distancia en España es de un escaso 32%. Asimismo, la diferencia entre el sueldo de un universitario y quien ha alcanzado la primera etapa de Secundaria, o un nivel inferior, es de un 73% en el conjunto de la OCDE, pero sólo de un 47% en España.

En mi opinión, tres aspectos son claves en torno a esta realidad:

Desde la atalaya de la selección de personal, la verdadera diferenciación está entre aquel universitario que ve la diplomatura o licenciatura como un fin en sí mismo; y aquel otro que considera ese grado como el primer peldaño de su carrera profesional. Este último controla el tempo de su desarrollo; es capaz de dar un paso atrás o lateral en sus pretensiones económicas o en su deseo de formar parte de una empresa “galáctica”; tiene la habilidad de saber encontrar oportunidades de superación y de logro en cada entorno laboral; y su verdadera carrera no es otra que un continuo de formación y aprendizaje.

Cuando yo era estudiante se decía y se asumía que el mejor sitio para estudiar veterinaria era Córdoba; o que los licenciados en farmacia de la Universidad de Salamanca eran los mejor preparado. No sé cuánto de cierto había en esto; pero lo que no admite discusión es que la mejor facultad no es la que tengo al lado de casa. Leía de Juan Carlos Cubeiro que el 40% de los alumnos de segundo curso universitario están descontentos con su elección; y de tener oportunidad darían marcha atrás en su decisión. Creo que esta universidad mass-media contribuye a esta frustración. Personalmente, no concibo útil esta expansión, esta dispersión del aprendizaje universitario. El conocimiento en base a la interacción de un adecuado contexto, el alumnado predispuesto y el mejor profesorado, no debe entenderse de la misma manera que el plan de franquicias de Zara, que tiene presencia en todas las poblaciones de más de veinte mil habitantes.

Mantenía Freud que los padres tienden a volcar en sus hijos aquellas expectativas o sueños no cumplidos. Yo concretamente soy hijo de una generación de padres empeñados en que aquellos tuvieran una carrera. Por suerte, su legado hacia mí no fue una obstinación de pura apariencia y exclusividad. A raíz de estos resultados, cabe prever que la población universitaria decrezca por este motivo freudiano. Quizá este sea el momento de acometer un verdadero cambio estructural en la formación profesional. Las barreras y los condicionamientos mentales para ello no serán tan fuertes.

"Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan" (Friedrich Nietzsche).

Bye!

lunes, 31 de agosto de 2009

A vueltas con el panorama actual

A mediados de la semana pasada se publicaba el informe sobre la realidad sociolaboral española que Adecco suele elaborar periódicamente. Titulares del mismo:
  • El 60% de los empleados cree que habrá despidos en su empresa.
  • A pesar de esta expectativa, un 37,8% de los encuestados reduciría temporalmente su salario para evitar futuros despidos.
  • El 38% cree que los presupuestos para formación se verán recortados.
Con respecto al primero, lo cierto es que la realidad está haciendo cumplir con creces la autoprofecía de las expectativas. Personalmente, lo que más me impresiona es la velocidad con la que estamos pasando del jolgorio al velatorio. No hace más de 9 meses, unos buenos amigos se vanagloriaban en determinado foro, de los excelentes resultados que estaban consiguiendo. Yo de ellos. Sentado en su despacho hace 72 horas, pude contemplar vívidamente el desánimo, la aprensión y la deseperanza. Yo me sigo vanagloriando de su integridad y de su honradez. Desgraciadamente, son pocos los que escapan de la cadena de impagos en la que estamos inmersos.

Ahora bien, uno no sabe que es más desalentador si lo que se avecina, o la propuestas surgidas de la chistera que nos están propinando últimamente. Tal y como titulaba un editorial de El Mundo, con subsidios y amanezas no se hace frente a la crisis.

Referido al porcentaje de personas que reducirían su salario para evitar futuros despidos. Mi experiencia me dice que este va en aumento conforme se cierne la amenza; y ante una disyuntiva como esta, la gente saca lo mejor de sí mismo. Al menos temporalmente. Si la situación se encroniza, el equilibrio se pierde y empiezan a aflorar los viejos fantasmas. Las disputas internas, la competencia formal e informal son la nota dominante; en defintiva, el clima laboral acaba deteriorándose.

No paramos de escuchar o decir que nada será igual después de esta crisis. Seguramente cambie nuestra percepción del trabajo y la manera de entender nuestra relación con las empresas. El concepto de compromiso con la organización, tal y como lo entendemos ahora variará en nuestros esquemas mentales. El trabajador se mostrará escéptico ante las promesas, fundadas o no, sobre su futuro profesional. No esperará certidumbres de las organizaciones, sino que las buscará y encontrará en sí mismo: en sus capacidades, y en el ejercicio de asumir su responsabilidad sobre su carrera profesional. El compromiso será no con un proyecto o con un equipo, sino con su sentido de la profesionalidad que le impulsa a obtener buenos resultados y a sentirse satisfecho de lo que hace y porqué lo hace. En mi opinión, este sí será un verdadero avance. ¿Lo veremos?


Por último, la formación esa gran damnificada. Cuando no miramos más allá de nuestras narices, lo que antes se consideraba la inversión más rentable, ahora pasa a ser un gasto prenscindible. No culpo a los gestores. La inmesa oferta formativa a la que hemos estado expuestos estos años no siempre se identificaba con calidad. Entre otras cosas porque esta se ha venido confundiendo con satisfacción del alumnado. En el pasado mes de junio, asistí a unas jornadas sobre Psicología y Coaching; y me agradó enormemente ver como el director de Recursos Humanos de una gran empresa española, una de las consideradas Best Place To Work, reconocía que se habían atrevido a testar la percepción que sobre el grado de utilidad de las acciones formativas, tenían sus empleados justo al finalizar las mismas, y seis meses después. El gap sonaba aterrador. Por eso, creo que es momento de innovar y revalorizarnos frente a la competencia.

En momentos como los que estamos viviendo, debemos destacar no por hacer una cosa 100% mejor que los demás, sino hacer 1% mejor cien cosas diferentes. La diferenciación debe ser una constante en nuestro quehacer. Por tanto, hoy más que nunca, la formación debe concebirse como herramienta diferenciadora.

Me largo a la playa. Ciao!!!

sábado, 22 de agosto de 2009

Momentos

Acabo de bajarme este vídeo de Youtube y me apasiona:




Un momento no se define por ser un segmento en el continuo del tiempo, sino por ser la unidad mínima de singularidad y significado; independientemente de que el mismo suponga un instante o un año de vida.Y lo verdaderamente fascinante es comprobar cómo nuestra mente rellena antes y después de cada imagen, cómo construye un pasado y anticipa un futuro.


Si no recuerdo mal, la práctica excesiva de este ejercicio deriva patológicamente en la "fabulación"; síntoma como tal recogido en todos los manuales de diagnóstico. Y esto es precisamente lo que nos ocurre muy a menudo; que estamos fabulando; y algunos hasta confabulando.


Casi a diario, tenemos conversaciones con fondos y/o matices discrepantes. En mi caso, ayer recibí un correo de enorme transcendencia para mí, en estos términos. Todos reconocemos que se fundamentan en percepciones, y como tales, basadas en interpretaciones. A algunos se nos llena la boca con frases del tipo "el mapa no es el territorio"; pero lo cierto es que nos enrocamos y tratamos de imponer por todos los medios nuestra realidad.¡Cuánta ofuscación y cuanta energía mal gastada!

Procuro seguir el siguiente patrón a la hora de tratar o gestionar cualquier divergencia:
  1. Asumir que tenemos disparidad de opiniones y que por ello, estamos tratándolo.
  2. La resultante que salga no será ni mi postura, ni la del otro. De ser así, no sería más que un nuevo caso de imposición / cesión. Y que por tanto, habrá que negociar (ganar/ganar); que no ceder los dos (perder/perder).
  3. Eso sí, esa resultante debe ser aceptada, asumida y defendida por ambas partes.

Vivamos el conflicto como oportunidad de desarrollo; aunque siempre habrá alguno como Groucho Marx que diga aquello de que "No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo".

Un abrazo.

jueves, 20 de agosto de 2009

El estreno

Bien, y aunque no sea muy original, lo mejor para este arranque es citar a Neruda:

Muere lentamente
quien no viaja,
quien no lee, quien no oye música,
quien no encuentra
gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en
esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos, quien
no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta o
bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita
una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el
brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere
lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo,
o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de
un sueño,
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de
los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!



¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!