![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCgm7JUyLoe5mTE4HuNQg64B1yY84zY2Ih8P7fkkicR_AGTZYpXszGWntxJZFHuqd8JN2uXFdXhCZwAv1wboiYkAR1RaYgPWI5QO8EJ5uow9zsdosHOpJ6gHDyqm4W0wQy7tEkPIare6Nj/s1600/Silla+vac%C3%ADa.jpg)
En
cuestión de tratar con personas, uno no deja de ser sorprendido. Aún hoy con un
mercado laboral cada vez más restringido y limitado, hay gente que va
cerrándose puertas.
La última, hace justo una semana. Determinada candidata
finalista en un proceso de selección, y que hasta entonces se había mostrado activa
e insistente, no se presentó a la entrevista con la persona que había de tomar
la decisión sobre su incorporación. Y lo más grave aún, ni se dignó ni a
avisar, ni a contestar a las llamadas apuradas que hicimos. Las excusas
posteriores, que no disculpas, sonaron aún peor.
¿No eran estas las generaciones mejor preparadas?, ¿o será
esta una cuestión de educación y nada más?