miércoles, 9 de septiembre de 2009

La diferenciación

Bien, pues aquí estoy plenamente reincorporado tras una semana de descanso en Menorca. Y hablo conscientemente de descanso, pues a pesar de seguir durmiendo poco (me levantaba temprano para leer a Javier Cercas), y no tener muchos momentos de verdadero relax (tengo 2 hombritos: uno de 7 y otro de 4); estos días han supuesto sobre todo romper con el trajín de los últimos meses y ocuparme en otras actividades tales como aprender a jugar al “uno”, pelotear descalzo, dosificar las horas de playa, … Sin duda, la expresión que más me ha reconfortado ha sido “yo con papi”.

Nos ha encantado la isla. Su orografía, sus aguas cristalinas de anuncio, sus quesos, la ginebra Xoringuer,…; pero sobre todo la amabilidad y la educación de sus gentes. Nosotros nos hemos topado con personas encantadoras, respetuosas y comprensivas. Volveremos en un futuro; y espero que lo único que cambie sea un hotel justo en la playa de San Bou. Atropello ambiental y estético.

La vuelta al trabajo ha sido entretenida. Ultimando y calendarizando proyectos ya cerrados; y contratando alguno nuevo. Genial.

Uno de los temas candentes de esta semana ha sido la cada vez mayor toma de conciencia de que los títulos universitarios en España no son elemento diferenciador. Según el informe Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2009, publicado este pasado martes, las diferencias salariales entre quienes poseen una educación superior y el resto de trabajadores son mucho más reducidas en nuestro país, pese a que el porcentaje de titulados es similar al de los demás países desarrollados.

Concretamente, en los países de la OCDE, la media salarial de un titulado en educación Terciaria (universitaria y ciclos formativos de grado superior) es un 51% superior al de un graduado en la segunda etapa de Secundaria, mientras que la distancia en España es de un escaso 32%. Asimismo, la diferencia entre el sueldo de un universitario y quien ha alcanzado la primera etapa de Secundaria, o un nivel inferior, es de un 73% en el conjunto de la OCDE, pero sólo de un 47% en España.

En mi opinión, tres aspectos son claves en torno a esta realidad:

Desde la atalaya de la selección de personal, la verdadera diferenciación está entre aquel universitario que ve la diplomatura o licenciatura como un fin en sí mismo; y aquel otro que considera ese grado como el primer peldaño de su carrera profesional. Este último controla el tempo de su desarrollo; es capaz de dar un paso atrás o lateral en sus pretensiones económicas o en su deseo de formar parte de una empresa “galáctica”; tiene la habilidad de saber encontrar oportunidades de superación y de logro en cada entorno laboral; y su verdadera carrera no es otra que un continuo de formación y aprendizaje.

Cuando yo era estudiante se decía y se asumía que el mejor sitio para estudiar veterinaria era Córdoba; o que los licenciados en farmacia de la Universidad de Salamanca eran los mejor preparado. No sé cuánto de cierto había en esto; pero lo que no admite discusión es que la mejor facultad no es la que tengo al lado de casa. Leía de Juan Carlos Cubeiro que el 40% de los alumnos de segundo curso universitario están descontentos con su elección; y de tener oportunidad darían marcha atrás en su decisión. Creo que esta universidad mass-media contribuye a esta frustración. Personalmente, no concibo útil esta expansión, esta dispersión del aprendizaje universitario. El conocimiento en base a la interacción de un adecuado contexto, el alumnado predispuesto y el mejor profesorado, no debe entenderse de la misma manera que el plan de franquicias de Zara, que tiene presencia en todas las poblaciones de más de veinte mil habitantes.

Mantenía Freud que los padres tienden a volcar en sus hijos aquellas expectativas o sueños no cumplidos. Yo concretamente soy hijo de una generación de padres empeñados en que aquellos tuvieran una carrera. Por suerte, su legado hacia mí no fue una obstinación de pura apariencia y exclusividad. A raíz de estos resultados, cabe prever que la población universitaria decrezca por este motivo freudiano. Quizá este sea el momento de acometer un verdadero cambio estructural en la formación profesional. Las barreras y los condicionamientos mentales para ello no serán tan fuertes.

"Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan" (Friedrich Nietzsche).

Bye!