miércoles, 22 de febrero de 2012

Cielos Falsos

Desde la suposición de que la protagonista de la anécdota no lee este blog, os cuento que hace unos días, me acerqué a mi banco habitual a hacer unas gestiones. En el impase, le pregunté por la reforma financiera con la esperanza de entrar en la socorrida conversación de balances enladrillados, quién los desenladrillará, y demás. No hubo opción, porque de inmediato, me derivó a sus temores sobre la trigésimo sexta reforma laboral.

La conozco y sé que es profesional senior, cualificada y eficiente. Así que me vi obligado a indagar sobre sus recelos. Me cuesta creer que personas con tanto talento, se amedrenten de esta forma, por amenazas fundadas o no. De nada sirvió que le contara que las causas objetivas de despido por fin se habían explicitado, o que en Dinamarca el treinta por ciento de la gente cambie de trabajo en un año. Esto demuestra que en no menos de cuarenta y ocho horas, el tío del saco había perdido su puesto de trabajo por fin de obra o servicio; y que había sido reemplazado por el asesor jurídico de la empresa y su guadaña.

Hasta aquí todo más o menos lógico y humano. Lo que verdaderamente me exaspera es que el rol de salvador lo quiera asumir aquel agente activo y partícipe del descalabro que estamos viviendo: Dr. Jekyll el pirómano; y Mr. Hyde el bombero. Años y años sentados en una mesa de caoba; con el dinero, supuestamente para la cualificación profesional, saliendo por los bolsillos; y con más fotografías a enmarcar que la madrina de una boda. Y justo ahora, reclaman abrir un proceso de negociación. Vivir para ver.

Naturalmente que las relaciones laborales no están en el origen de la cacareada crisis. De la misma manera que el armazón de un edificio no lo está en el arranque de un terremoto. Lo que sí está claro es que cuando este y aquella ocurren, debemos tener presente que “cielos falsos” pueden provocar grandes daños al caer, así como obstaculizar la evacuación. Necesitamos estructuras sismorresistentes, flexibles, resilientes; y por supuesto, mejor con aislación basal y recubiertas de goma presurizada.

Llevamos años vociferando sobre empowerment o al compromiso. Meses refiriéndonos a la redarquía, y cómo las redes sociales han transformado los escenarios profesionales, donde el compromiso se establece con equipos de trabajo y/o proyectos; y donde la autoridad la marca la valía de cada uno. Por tanto, ¿podemos permitirnos unas relaciones laborales que sólo creen empleo en un escenario de crecimiento económico de un 2,5% ó un 3%? ¿Queremos seguir conservando cornisas y balcones, que en cualquier momento pueden caerse y abrirnos la cabeza? Yo creo que no.

Así que, parafraseando a María Jiménez: que el ser valiente no salga tan caro; y que el ser cobarde no valga la pena.