Cuando las personas abordamos una situación de cambio, pasamos por distintas fases progresivas a las que se asocia un estado de ánimo dominante. Es importante reconocer ese momento y su traslación emocional para poder así interpretar el comportamiento propio y de los demás. De forma sucinta, me centraré en este post en las etapas iniciales.
martes, 11 de diciembre de 2012
En la guerra no hay soldados ilesos
Cuando las personas abordamos una situación de cambio, pasamos por distintas fases progresivas a las que se asocia un estado de ánimo dominante. Es importante reconocer ese momento y su traslación emocional para poder así interpretar el comportamiento propio y de los demás. De forma sucinta, me centraré en este post en las etapas iniciales.
lunes, 3 de diciembre de 2012
Entrevista en Equipos & Talento
lunes, 20 de agosto de 2012
La última en la frente
sábado, 18 de agosto de 2012
Money Talks
miércoles, 20 de junio de 2012
Uvalent en los medios
miércoles, 22 de febrero de 2012
Cielos Falsos
Desde la suposición de que la protagonista de la anécdota no lee este blog, os cuento que hace unos días, me acerqué a mi banco habitual a hacer unas gestiones. En el impase, le pregunté por la reforma financiera con la esperanza de entrar en la socorrida conversación de balances enladrillados, quién los desenladrillará, y demás. No hubo opción, porque de inmediato, me derivó a sus temores sobre la trigésimo sexta reforma laboral.
La conozco y sé que es profesional senior, cualificada y eficiente. Así que me vi obligado a indagar sobre sus recelos. Me cuesta creer que personas con tanto talento, se amedrenten de esta forma, por amenazas fundadas o no. De nada sirvió que le contara que las causas objetivas de despido por fin se habían explicitado, o que en Dinamarca el treinta por ciento de la gente cambie de trabajo en un año. Esto demuestra que en no menos de cuarenta y ocho horas, el tío del saco había perdido su puesto de trabajo por fin de obra o servicio; y que había sido reemplazado por el asesor jurídico de la empresa y su guadaña.
Hasta aquí todo más o menos lógico y humano. Lo que verdaderamente me exaspera es que el rol de salvador lo quiera asumir aquel agente activo y partícipe del descalabro que estamos viviendo: Dr. Jekyll el pirómano; y Mr. Hyde el bombero. Años y años sentados en una mesa de caoba; con el dinero, supuestamente para la cualificación profesional, saliendo por los bolsillos; y con más fotografías a enmarcar que la madrina de una boda. Y justo ahora, reclaman abrir un proceso de negociación. Vivir para ver.
Naturalmente que las relaciones laborales no están en el origen de la cacareada crisis. De la misma manera que el armazón de un edificio no lo está en el arranque de un terremoto. Lo que sí está claro es que cuando este y aquella ocurren, debemos tener presente que “cielos falsos” pueden provocar grandes daños al caer, así como obstaculizar la evacuación. Necesitamos estructuras sismorresistentes, flexibles, resilientes; y por supuesto, mejor con aislación basal y recubiertas de goma presurizada.
Llevamos años vociferando sobre empowerment o al compromiso. Meses refiriéndonos a la redarquía, y cómo las redes sociales han transformado los escenarios profesionales, donde el compromiso se establece con equipos de trabajo y/o proyectos; y donde la autoridad la marca la valía de cada uno. Por tanto, ¿podemos permitirnos unas relaciones laborales que sólo creen empleo en un escenario de crecimiento económico de un 2,5% ó un 3%? ¿Queremos seguir conservando cornisas y balcones, que en cualquier momento pueden caerse y abrirnos la cabeza? Yo creo que no.
lunes, 30 de enero de 2012
El diablo nos vistió de Prada
Hace unas semanas, tuvimos que hacer una pequeña, y sin embargo inoportuna, inversión en fontanería. Ya sabéis cómo a la cuesta de enero se le suman imprevistos. Pues bien, me permitió hacer un retrato de la economía, que sin pretender ser extrapolable, me sirve para categorizar empresas y actitudes de orientación al cliente. Omitiré aquellas con las que no hubo opción comercial alguna; y a las que no culpo, pues su atención ahora mismo debe estar en la búsqueda de la salida más digna.
Es curioso, pero la economía sumergida no resultó competitiva por precio, pero sí por inmediatez. Alguno pretendía que le financiásemos los langostinos de Nochebuena, las copas de Nochevieja y los regalos de Reyes. Aparte de esto, determinadas garantías de instalación nos hicieron declinar esta vía.
De la terna final, el responsable de una de ellas se comprometió a mandarnos vía mail, su propuesta detallada, “esa misma tarde”. Soy confiado por naturaleza, y les creí. La segunda sí fue capaz de presupuestarnos, pero nos emplazaba para dentro de diez o quince días por aquello de las fiestas. Bastante festejo teníamos nosotros en casa, con la amenaza permanente de quedarnos sin agua caliente. La tercera en cuestión tuvo que ser una firma de bricolaje de gran superficie, que en veinticuatro horas, y a un precio muy ventajoso, nos resolvió el problema. En el futuro, no dejaré de pisar determinados establecimientos, simplemente porque estén masificados.
Cuento esto, porque a pesar de la situación que nos está tocando vivir, a menudo encuentro gente que todavía no es consciente de ella. Al igual que le escuché a Antonio Barbeito hace unos días, opino que conservamos ropas, que frente al espejo nos hacen creer que seguimos siendo ricos.
En el pacto que firmamos con el diablo, este nos vistió de Prada; y desde luego nos cuesta horrores desprendernos de tan ostentosas vestimentas. Miro alrededor, y observo gastos estructurales sobredimensionados, o edificios majestuosos sin contenido. Pero peor aún, son los complementos que acompañan a esa pompa: profecías catastrofistas, sentimientos de invulnerabilidad, y creencias tan limitantes como que esto lo crearon otros, y por tanto a mí que no me pidan nada.
Nunca albergué la esperanza de que esto lo resolvería cualquier redentor; pero siempre he mantenido la certeza de que a mí no me llevaba por delante. En breve, lanzamos un proyecto empresarial nuevo, desde el convencimiento de que su éxito dependerá de lo competitivo que lo hagamos nosotros, y nadie más que nosotros. Inclusive hoy.
Para reaccionar, no necesitamos que el mero paso del tiempo convierta esas vestimentas en harapos; y el espejo, ahora sí, nos obligue a romper con la ficción. Basta con concentrarnos en lo que realmente podemos llegar a ser.
Ya os iré contando. ¡Ciao!