martes, 9 de marzo de 2010

Generosidad: elección y lección de vida


Soy de la opinión que la mejor película de Almodóvar es “Todo sobre mi madre”. Una historia circular, brillantemente contada. Un reparto fantástico, donde permanece indeleble en mi memoria la interpretación no estelar, sino sideral de Cecilia Roth, así como el descubrimiento de Antonia San Juan como “Agrado”; desgraciadamente en este último caso, antesala del estancamiento. Me atrevería a decir incluso que hasta Penélope QueCruz está medianamente bien. En la misma, hay una frase antológica de Marisa Paredes quien afirma que siempre ha desconfiado de la generosidad de los extraños. Creencia limitante.

La mayor parte de lo producido por el hombre es distribuido a través del intercambio; y este es además un rasgo panhumano, propio y restringido a los homínidos. Aunque se trata de una necesidad básica, las pautas de intercambio difieren de una cultura a otra; así los antropólogos distinguen tres tipos: el de mercado, el redistributivo y el recíproco. Es este último el que nos hace excepcionales.

El intercambio recíproco no sólo se caracteriza porque se regalen productos o servicios sin expectativa de devolución, sino también porque no hay una devolución inmediata; no se realizan cálculos sistemáticos del valor de lo intercambiado; y no se reconoce que la balanza deba acabar nivelándose. De hecho, en determinadas culturas está mal considerado el “dar las gracias”, porque en el origen quien agradece a otro lo hace pensando que no esperaba tanta generosidad, o creyendo que tarde o temprano tendrá que devolver el favor. ¡Vaya mezquindad!

Por suerte, conozco mucha gente que rebosa generosidad. Me enamoran las personas así. Cuánto estoy aprendiendo de un amigo al que estoy acompañando estos días y ayudándole a reestructurar sus pensamientos. Persona íntegra, de valores encomiables, de éxito profesional; y que en el minuto noventa de partido ha sufrido un traspiés. Es tremendo cómo lo más reciente a veces desnivela las balanzas. Pues a pesar de todos los sinsabores y los desengaños que está viviendo, categóricamente asegura no haber perdido la confianza en el ser humano.

Resulta que el que es generoso, asume por principio que las cosas no se hacen para recibir nada a cambio, sino porque verdaderamente ha elegido esa forma de vida.

Ciao. Hasta la próxima!

3 comentarios:

  1. Hola Pedro, totalmente de acuerdo contigo, soy de las personas que entre mis creencias está ser generoso con los demás sin esperar nada a cambio, tengo claro que cuando eres así, la vida te devuelve multiplicado lo que das, si no es materialmente, es en satisfacción personal que es tan gratificante o mas.
    Un abrazo. Angel Fanegas.

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  2. Por sacarle punta ... añado que aquél que elige esa forma de vida suele sufrir mucho y las decepciones se multiplican , lo de no esperar nada a cambio a veces agota no creeis?
    Y es verdad lo que comenta Angel ; la vida te lo devuelve . Sólo es custión a veces de paciencia.
    Pero la gente que te rodea al final se malacostumbra y deja de valoralo.
    En cualquier caso creo que no es una elección si no efectivamente ; una forma de vida.
    Hasta la vuelta ! ( Me voy a Estambul...)
    NURIA.

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  3. Hola Pedro,
    Considero que en la sociedad en la que vivimos la generosidad es un bien escaso. Estoy de acuerdo con Angel en su afirmación "la vida te lo devuelve" pero, en ocasiones, hay que tener mucha paciencia y, en el transcurso de la vida aprender a perder compañeros de camino quienes se aprovechan de la generosidad de uno sin esperar nada a cambio. Para mí, la mayor generosidad y la mejor forma de vida, es ofrecer lo que uno tiene, no lo que le sobra, y no hablo únicamente de cosas materiales y económicas, sino más allá...
    Buen fin de semana a todos
    ELENA

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